Humanidad
que corre alocadamente tras el materialismo fugaz, que nutre la ambición
desmedida de la moderna burguesía, y las bestias
hambrientas de poder, descendientes de Caín, la serpiente antigua y Luzbel;
Mentes
torcidas y destinadas al fracaso por la ambición, que viven el éxtasis, la lujuria, el instante que se disipa y se extingue cual pabilo que humea.
Sin reparar
en el vértigo del tiempo que a todos va arrastrando hacia el
infinito, vértigo del tiempo que envejece, pulveriza, apolilla las grandes y
opulentas edificaciones humanas.
Tiempo que
como viento recio se lleva todo, y al final queda el terreno llano, que simboliza el espíritu
humano, y
permanece después de este desenfrenado materialismo.
Cerdos que
tragan y tragan, que restriegan sus trompas, arrastrados por su insaciable gula, con su
mirada clavada hacia el suelo, nunca voltean hacia
arriba, donde las águilas libres flotan, y
contemplan de un vistazo todo, y emigran a nuevos ricos y verdosos parajes.
Riqueza
preparada por el creador para aquellos que no trabajaron ni se esforzaron en ello,
pues a aquel que agrada a Dios El Señor
le da, pero al pecador
él le da el trabajo de amontonar riqueza para darlo al que agrada a Dios.
Autor.
Jaime
Rodríguez Chacón.