domingo, 25 de julio de 2021

 

miércoles, 7 de julio de 2010

La iglesia de las reglas.

Hay una iglesia en una urbe muy lejana que se hace llamar “la iglesia de las reglas”, en el momento que entras alguien te recibe en la puerta indicando que tipo de personas son aceptadas en el lugar, diciendo: “aquí son bienvenidas todas aquellas personas que tengan una vida recta, aquellos que no tienen problemas con el pecado, los que no fuman, no toman bebidas alcohólicas, ni hablan con palabras altisonantes, quienes no mienten, aquellos que no tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio y jamás cometerán adulterio”.

Muchas personas al llegar al lugar se sienten alegres al darse cuenta que esa iglesia es lo que siempre soñaron, pero a la vez abrumados al verse en un espejo y no encontrarse en la condición correcta para acceder a ella.

Un hombre que siempre soñó con una iglesia así, al llegar a la puerta y recibir tan confrontante bienvenida, sintió que si aceptaba su condición se quedaría fuera de la iglesia por lo que dijo: “este es el lugar que estaba buscando, lejos de aquellos que si hacen tales cosas”. Al decir esto la persona que estaba en la entrada le permitió el acceso.

Al entrar al atrio, se encuentra en la pared un reglamento muy visible que es obligatorio leer antes de seguir adelante, en este se detallan aquellas cosas que deberán guardar para ser admitidos como miembros de la "iglesia de las reglas", tales como, la forma en que deben vestir, su forma de caminar, que alimentos están prohibidos comer, etc.

Después de leerlo decide seguir adelante justo a tiempo para el momento que iniciaría el servicio.

Al igual que en muchas congregaciones el director de alabanza fue el encargado de abrir el culto, explicando primeramente como debería ser la conducta mientras se alababa a Dios, diciendo: “tenemos un Dios de orden por lo cual todos en completa reverencia nos pondremos de pie y cantaremos estos hermosos himnos, recordamos a toda nuestros congregantes que la danza es un pecado ya que provoca emociones dentro de otras personas y que el aplaudir o levantar las manos no esta permitido en este lugar”.

Comenzando la alabanza se podía respirar un ambiente un poco tenso, como si un funeral estuviera ocurriendo en ese lugar en donde hasta un simple tosido de alguna persona provocaría el rompimiento del orden.

Después de este periodo pasa el pastor quien antes de iniciar su discurso realiza una seña para que aquellas personas encargadas de recoger los diezmos y ofrendas pasaran al frente en donde colocaron las cestas en que se depositarían las ofrendas. Una vez realizado esto el pastor dirigió algunas palabras diciendo: “amados hermanos de la iglesia de las reglas, Dios nos ha puesto en este lugar con el único fin de manifestar una vida perfecta, hoy recogeremos diezmos y ofrendas ya que sabemos que quien no participa en esto a Dios es a quien roba, no olvidemos que realizamos dos auditorias anuales para comprobar sus ingresos y de esta manera evitar que alguien de la congregación pudiera caer en pecado”.

Mientras el grupo de alabanza toca una melodía sin voz, cada persona pasa a depositar sus diezmos y ofrendas al frente ante la mirada acusadora del pastor quien no perdía un instante de que cantidades se depositaban. Al terminar de pasar la congregación inmediatamente de nuevo pasan los hermanos encargados de recoger diezmos y ofrendas y colocan un candado de seguridad a cada cesto de forma que nadie pudiera acceder a ellos sino solo los lideres.

La predicación fue un poco atacante, el pastor se dedico a señalar aquellas cosas que eran pecados, constantemente poniéndose de ejemplo de santidad y perfección el mismo, generando un efecto en los asistentes de admiración hacia él, pero también de repulsión a ellos mismos, en su discurso el pastor termino con esta frase: “nosotros hemos sido llamados a santidad y quien no pueda cumplir con todas estas series de reglas solo le queda esperar el juicio del fuego consumidor de Dios”.

El salir de ese lugar era un alivio, aunque a su vez una carga ya que sabría cada asistente la enorme lucha que tendría que realizar en su fuerza para al siguiente domingo estar preparado para de nuevo entrar a “la iglesia de las reglas”.


Tal vez te parezca graciosa esta historia que te cuento, pero el propósito con el que la escribo es que puedas reflexionar acerca de aquellas prácticas que hemos tenido dentro de nuestras congregaciones, las cuales no provienen de Dios, sino que fueron hechas por hombres.

Exagerando un poco las cosas como lo hice en la historia, te presento a la “iglesia de las reglas”, en la cual sin duda reina la hipocresía y el pecado, ya que una de las principales cosas que debemos aprender es que nosotros no nos hemos acercado a Dios, ni podemos encontrar la forma de hacerlo, sino que Él fue quien tomo la iniciativa enviando a su hijo Jesucristo por el cual podemos tener libre acceso ante su presencia.

Sin lugar a dudas la ley tuvo un propósito muy importante y este fue revelar la condición del hombre para que de esta manera pudiera manifestarse la gracia, sin la ley no existiría el pecado, pero gracias a ella el pecado ha sido entendido por el hombre y a la vez la realidad de que todos hemos pecado, constituyendo esto la muerte, es decir una separación con Dios, con quien originalmente (antes del pecado) se tenia una relación cara a cara.

Dios hoy en día esta buscando personas que entiendan que la vida cristiana no se trata de una serie de reglas las cuales hay que cumplir para llegar al cielo o a tener esta relación con Dios, sino que la vida cristiana es una vida relacional, la cual fue restablecida por medio de Jesucristo, de forma que ya no estamos bajo la esclavitud de la ley, sino que hemos pasado tener una verdadera libertad.

Con esto no trato de decir que ya no hay que obedecer la ley o seguir lo que la biblia dice, sino que trato de poner en perspectiva como no fuimos diseñados para estar en esclavitud, sino en libertad y esta nos permite por amor a Dios libremente buscar agradarle a él.

Cuando alguien esta sujeto a la ley esta persona solo tiene sentimientos de frustración ya que se da cuenta como aquel joven rico que menciona la biblia que se fue triste porque sus posesiones eran muchas y no estaba dispuesto a renunciar a ellas (Lucas 18:18-27), a esto le podemos llamar religiosidad.

El origen de la palabra religión en la biblia significa, rendir culto u obediencia a Dios por temor, creo que hoy en día Dios esta llamando a los hombres a dejar toda religiosidad que le impide acercarse a él y tener una verdadera relación de confianza, ya no con un Dios acusador, sino con él Dios de amor que estuvo dispuesto a entregar a su hijo en propiciación por nuestros pecados.

La iglesia cristiana debe ser un lugar en el cual toda persona que ha vivido sujeta al pecado y a una religión, pueda acercarse a encontrar una relación de amor con el creador del universo por medio de Jesucristo, pero mientras estemos enfocados en las reglas tal como aquella iglesia en una urbe muy lejana de la que te hablo, solo produciremos frustración en las personas ya que estas seguirán luchando en sus fuerzas por alcanzar algo que Dios ya nos ha dado como un regalo.

Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Mat 23:4-5