martes, 31 de agosto de 2021

Cómo y, por qué debemos perdonar

 

Lectura devocional. Mateo 28: 23-35

Los dos deudores

 LA VIDA Y LA PALABRA: CÓMO SE DEBE PERDONAR AL HERMANO

23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30 Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Tiempo atrás, tuve una amena charla con un ex - catedrático en ciencias químicas de la UACH.  Cuando él estudió en la UNAM dicha carrera, se le pide en un examen, definir  en sus propias palabras: ¿qué es el amor? De momento no comprendió la relación entre la ciencia y algo que le parecía sólo asunto religioso, y  que mucho escasea en el mundo. Eventualmente comprendió la conexión que existe entre algunas enfermedades, el rencor y los malos sentimientos, los cuales podrían generar el envío de señales químicas erróneas a algunas partes vitales del organismo y desencadenar posteriormente una enfermedad. La falta de perdón también trae consecuencias a la salud.

¿Cómo perdonar cuando consideramos que nos han herido demasiado? Es difícil perdonar, si pensamos que el agravio ha sido muy grande. ¿Será que no hemos valorado el tamaño de nuestras ofensas hacia los demás?

También es posible que el rencor produzca un deseo de venganza con mayores daños de lo que nos hicieron.

La parábola es consecuencia de la pregunta de Pedro: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?

Si Pedro ponía un límite al perdón, es porque no había comprendido el amor infinito de Dios, quien ha echado nuestros pecados sobre sus espaldas. Nuestra deuda fue pagada en la cruz.

Aquí se menciona a dos deudores. Todos tenemos una deuda con Dios. Unos hemos ofendido demasiado, otros han hecho menor daño, pero todos como pecadores ofendemos de muchas maneras a los demás, y somos deudores.

La palabra enseña que no debemos deber a nadie nada: Al que honra debemos dar honra y al que respeto, respeto. Se nos pide restituir el agraviado, a aquel al que hemos ofendido. ¡Aah, pero es que él también me ofendió! y, con excusas nunca nos reconciliamos.

La religión es insuficiente para tender puentes entre los que han sido separados por el odio.

 Nos volvemos religiosos para acallar nuestra conciencia, la cual, es a la vez, fiscal y juez. Pensamos que cantado, haciendo oraciones y asistiendo a un templo es más que suficiente y tenemos ganado el cielo, cuando es todo lo contrario: la oración de un corazón no arrepentido es abominación al Señor.

 Por eso se le pide a quien lleva su ofrenda al altar: oración, alabanza ó dinero: Deja ahí tu ofrenda delate del altar, y ve y reconcíliate con tu adversario. Después vuelve y presenta tu ofrenda.

El perdón debe ser incondicional sincero y generoso. Debemos perdonarnos unos a otros como Dios nos perdonó en Cristo. Quien no perdona es porque tal vez no ha conocido el amor infinito del Padre. Quien no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Sólo quien perdona puede esperar el perdón de Dios. Quien no está dispuesto a perdonar demuestra que no tiene un corazón regenerado.

Qué enorme deuda tenía este siervo para con su señor: diez mil talentos. Alguien dijo que, al tiempo actual, este hombre debía unos 31 millones de dólares. Pero a la vez, diez mil talentos representan una suma impagable. Era una enorme deuda para un simple administrador. Ni vendiéndole a él, su mujer, sus hijos, y todo lo que poseía podría saldarla. ¿Cómo poder pagar?

Si consideramos nuestras deudas espirituales con Dios, cada pecado es una deuda que contraemos, ¿cuántos pecados hemos cometido a lo largo de toda un vida? Visto así, somos deudores a Dios y reos de muerte ante su tribunal.

El Señor lleva la cuenta y lo pone en nuestra conciencia, como lo dice Juan: Si nuestra conciencia nos acusa, Dios es mayor que nuestra conciencia.

 Considerando que, Dios  no puede ser burlado y, que un día nos llamará a cuentas, debemos preguntarnos, ¿cuánto le debo a Dios? Y, ¿Hay alguna manera de saldar esa deuda?

La paga por el pecado es la muerte. Rom. 6:23 El infierno, la separación eterna de Dios, es la consecuencia de nuestra deuda, pero ni aún así quedaría saldada, el sacrificio de Cristo es lo único que satisface la deuda. Sólo el calvario alcanza el nivel demandado por Dios.

 

domingo, 29 de agosto de 2021

Las sombras del día sexto

 

                                                                    

                            Las sombras del día sexto

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Aquel viernes transcurría como cualquiera: Jolgorio, risotadas, desplantes  explosivos de efervescencia inusitada: era la “hora feliz”; en su infancia, su madre, soltera y drogadicta, no le había provisto  suficiente alimento, la consecuencia  un esquelético y desnutrido cuerpecillo, pero a cambio,  calmaba el llanto y hambre con droga.

Entre la algarabía de aquel reventón: Amigos, droga, licor barato y pasiones vergonzosas, era el lugar que frecuentaban las almas sedientas de sueños ilusorios, que  al despertar a la  realidad, cual  beduinos sedientos del desierto, frustrados, regresan  de las cisternas rotas  de la vaciedad, cargando en hombros sus resecos  y vacíos cántaros. Algunos ahí, por sobredosis, quebraron el cántaro de su humanidad corporal y, cual oruga  mutada en mariposa,  volaron a la eternidad.

Mirad, ahí está el protagonista de la historia, el hombre fuerte, tú sabes, el  sabelotodo, el envalentonado, como  muchos, aquel que dice no temer  a la muerte, porque  afirma y  está seguro que no hay nada más allá; de pronto su mundo se derrumba, las fuerzas se extinguen  y un sentimiento de vaciedad, profunda tristeza y soledad, impregna aquel ambiente, que  momentos antes era la chispa de la vida; su más cercano amigo le da la noticia: Su madre y hermanos acababan de ser muertos por los rivales.

Era el principio de la orfandad, como escribió un amante de la poesía: De pie, desamparado, sobre el largo e inexpugnable  camino,  con su mirada fija en lontananza le asaltaban recurrentes temores,  ¿qué le esperaba en el futuro?  El más largo camino comienza por un paso, se hace camino al andar, hay que darle” p’a  delante”, o como decían sus antepasados: hay que darle a la vida como venga,  porque da muchas vueltas.  Hay que aligerar la nave si por mar, o por tierra;  perdonar es  vital,  porque los rencores enferman  y son pesadas cargas para el alma.

El  camino que había elegido en la encrucijada,  era una atajo escabroso  que aguarda a sus huéspedes con agudos espinos cactáceos, serpientes ardientes, escorpiones  y  peligros mil; sin embargo, emprendió decidido el largo y tortuoso viaje, a la tierra de las sombras, lóbrega y solitaria, habitación de la serpiente, el búho de la soledad y el buitre; si hubiese preconcebido  tan finos anfitriones, seguro se acobardaría.

El seto de espinos  que atravesaba, era la antigua senda de Barrabás, compinche de  dos sediciosos muertos al lado de Jesús: salteadores, homicidas y violadores que recibían la retribución debido a su extravío.

Y  lo alcanzó la realidad: Le había mordido la serpiente, su esquelético cuerpo estaba “vestido de gusanos y de costras” y  haciendo frontera con el valle de la sombra y de la muerte; desorientado, había sido llevado al rey de los espantos y probado la saliva del diablo; sudoroso y temblando, aullaba: ¡Tengo sed! ¡Dios ayúdame! Había perdido toda esperanza;  sin embargo, un forastero que pasaba por allí, lo carga en hombros, mitiga su sed, le da alojamiento, cura sus heridas.

 Todo esto transcurrió un viernes. El día de la humanidad, en el cual el mundo del  hombre  se cae en pedazos, siempre es un viernes negro.

Las seis horas agonizantes más oscuras de la historia, son los dolores de la muerte del Dios-hombre en la cruz  y,  representan los momentos más difíciles de la humanidad, cuando cae la desgracia repentina, sin previo aviso, sobre el humano; Jesús estuvo en tinieblas, que significa: El dolor, el sufrimiento, la ansiedad, emociones negativas, para saber de primera mano, lo que siente el humano en los momentos más  aciagos de la vida, y así, acompañarlo por el camino de la aflicción. El fue contado con los malhechores para salvarlos.

Tengo sed;  ¿por qué me has abandonado? Son gritos de soledad; la humanidad clama, gime, llora; gritos de soledad: puedes oírlos, en el teléfono silencioso, en el cumpleaños olvidado, en los orfanatos, en el pabellón del cáncer, entre los parias que pernoctan entre las frías calles de la gran urbe, seres invisibles para todos.

Las palabras que emitió Jesús desde la cruz, son las mismas de tantos sufrientes, dolientes, que se arrastran por el mundo; aquel que estuvo una vez  sólo en la cruz, puede llenar el vacío de la soledad; el que dijo desde la cruz: “tengo sed” también ha dicho: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. El que estuvo en tinieblas ha dicho: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

sábado, 28 de agosto de 2021

 

Cuando Dios calla.

Lectura devocional: Mateo 15: 21-28

 Orando Efectivamente y Estratégicamente por su Hijo Pródigo | Red Global  Christian International Mexico

Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Jesús salió un poco de las fronteras de palestina, a tierra de los fenicios. Había hecho en Genesaret  muchos milagros, aún los que tocaban su ropa eran sanados. Su fama se había extendido por el mundo conocido, como la fama de un buen médico, al cual recurren gentes de los rincones del mundo. ¿Quién no daría cualquier cosa por su salud?

Jesús, quien había sido enviado primero a Israel, ahora roza con su poder salvífico y sanador, los territorios de Tiro y de Sidón, que estaban excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa; pero como vino a los suyos y los suyos no le recibieron en su totalidad, entonces, después de su muerte y resurrección, hubo entrada a ésta gracia también para los gentiles, que de ambos pueblos hizo uno sólo derribando la pared intermedia que los separaba.

Por el momento, Jesús, para probar la fe de esta mujer se apegó a esta legalidad: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Sin embargo, ella estaba dispuesta a arrancar del cielo un milagro, y se postró a los pies de Jesús.

Marcos dice que, la mujer era de origen griego y sirofenicia. Si Jesús no hubiera llegado a estos lugares ella jamás le habría conocido.

Mateo dice que, esta mujer seguía Jesús y s séquito de seguidores, dando voces,-gritaba- : ¡Señor, hijo de David, ten misericordia de mí! ¿Cuál era su petición? Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.

Es indudable que, la mujer sufría mucho por la situación de su hija; lo que sucede a los hijos es un terrible dolor para los padres. En éste caso la hija era atormentada por un demonio: convulsiones, locura, inestabilidad emocional, actos que conllevan al suicidio. No todos estos síntomas se los podemos atribuir a un demonio, y, hay que ser muy cuidadosos al diagnosticar, pero en este caso, sí eran los malos espíritus su causa.

No obstante, cuando Jesús llega, como en el caso de María Magdalena o de la ciudad de Magdala, de la cual había expulsado siete demonios, la vida de las personas cambia para siempre, y le son fieles a Jesús hasta la tumba. María estaba ahí en la tumba de Jesús, siéndole fiel hasta la muerte, a quien la había liberado de la oscuridad.

Ella ruega la liberación de su hija. Los favores hechos a los hijos, se dice, son favores a los padres. Los padres quieren lo mejor para sus hijos: que les vaya bien, que tengan salud, que no padezcan lo que ellos sufrieron, ya sea por falta de consejo o por azar del destino. Los padres tienen un cúmulo, un montón de experiencias buenas y males y, son una fuente de sabiduría para aconsejar lo mejor para ellos.

Lo difícil es que el hijo escuche, y no se les puede obligar a ello; pero, el simple acto de obedecer un buen consejo, les puede traer bendición a su vida.

 Es un deber de los padres orar por los hijos, en especial cuando se descarrían. Al tiempo que Agustín de Hipona andaba en los vicios y perdición, su santa madre Mónica, le expuso al obispo de Milán, su consternación y dolor, por el estado  de su hijo. Después de oírla dijo: “Ten confianza, mujer, no puede perderse el hijo de tantas lágrimas” Si hubiese tantos padres así, no habría tantos hijos perdidos en el mundo.

No obstante Cristo, guardó silencio ente a la súplica de esta mujer. Después, los mismos discípulos le rogaron que la despidiera, es decir, que le concediera el milagro, porque les resultaba algo fastidioso oír su lamento: Despídela pues da voces tras nosotros. Jesús, nunca despidió a alguien con las manos vacías.

Pero en este caso, el argumento del Señor para probar su fe, fue: No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. La mujer, ante esta negativa se podría haber retirado renegando, de la existencia y compasión de un Dios para ella. ¿Hay Dios tan sólo para otros y no para mí? ¿Por qué todos los demás tienen en apariencia  todo y yo carezco y  padezco de tanto?  

Por qué un Dios bueno permitiría el sufrmiento?

Son interrogantes que mucha gente se hace, pero no se atreven a insistir y arrancarle las bendiciones al cielo.

Continuará.