Lectura devocional. Mateo 28: 23-35
Los dos deudores
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30 Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Tiempo atrás, tuve una amena charla con un ex - catedrático en ciencias químicas de la UACH. Cuando él estudió en la UNAM dicha carrera, se le pide en un examen, definir en sus propias palabras: ¿qué es el amor? De momento no comprendió la relación entre la ciencia y algo que le parecía sólo asunto religioso, y que mucho escasea en el mundo. Eventualmente comprendió la conexión que existe entre algunas enfermedades, el rencor y los malos sentimientos, los cuales podrían generar el envío de señales químicas erróneas a algunas partes vitales del organismo y desencadenar posteriormente una enfermedad. La falta de perdón también trae consecuencias a la salud.
¿Cómo perdonar cuando consideramos que nos han herido demasiado? Es difícil perdonar, si pensamos que el agravio ha sido muy grande. ¿Será que no hemos valorado el tamaño de nuestras ofensas hacia los demás?
También es posible que el rencor produzca un deseo de venganza con mayores daños de lo que nos hicieron.
La parábola es consecuencia de la pregunta de Pedro: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Si Pedro ponía un límite al perdón, es porque no había comprendido el amor infinito de Dios, quien ha echado nuestros pecados sobre sus espaldas. Nuestra deuda fue pagada en la cruz.
Aquí se menciona a dos deudores. Todos tenemos una deuda con Dios. Unos hemos ofendido demasiado, otros han hecho menor daño, pero todos como pecadores ofendemos de muchas maneras a los demás, y somos deudores.
La palabra enseña que no debemos deber a nadie nada: Al que honra debemos dar honra y al que respeto, respeto. Se nos pide restituir el agraviado, a aquel al que hemos ofendido. ¡Aah, pero es que él también me ofendió! y, con excusas nunca nos reconciliamos.
La religión es insuficiente para tender puentes entre los que han sido separados por el odio.
Nos volvemos religiosos para acallar nuestra conciencia, la cual, es a la vez, fiscal y juez. Pensamos que cantado, haciendo oraciones y asistiendo a un templo es más que suficiente y tenemos ganado el cielo, cuando es todo lo contrario: la oración de un corazón no arrepentido es abominación al Señor.
Por eso se le pide a quien lleva su ofrenda al altar: oración, alabanza ó dinero: Deja ahí tu ofrenda delate del altar, y ve y reconcíliate con tu adversario. Después vuelve y presenta tu ofrenda.
El perdón debe ser incondicional sincero y generoso. Debemos perdonarnos unos a otros como Dios nos perdonó en Cristo. Quien no perdona es porque tal vez no ha conocido el amor infinito del Padre. Quien no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?
Sólo quien perdona puede esperar el perdón de Dios. Quien no está dispuesto a perdonar demuestra que no tiene un corazón regenerado.
Qué enorme deuda tenía este siervo para con su señor: diez mil talentos. Alguien dijo que, al tiempo actual, este hombre debía unos 31 millones de dólares. Pero a la vez, diez mil talentos representan una suma impagable. Era una enorme deuda para un simple administrador. Ni vendiéndole a él, su mujer, sus hijos, y todo lo que poseía podría saldarla. ¿Cómo poder pagar?
Si consideramos nuestras deudas espirituales con Dios, cada pecado es una deuda que contraemos, ¿cuántos pecados hemos cometido a lo largo de toda un vida? Visto así, somos deudores a Dios y reos de muerte ante su tribunal.
El Señor lleva la cuenta y lo pone en nuestra conciencia, como lo dice Juan: Si nuestra conciencia nos acusa, Dios es mayor que nuestra conciencia.
Considerando que, Dios no puede ser burlado y, que un día nos llamará a cuentas, debemos preguntarnos, ¿cuánto le debo a Dios? Y, ¿Hay alguna manera de saldar esa deuda?
La paga por el pecado es la muerte. Rom. 6:23 El infierno, la separación eterna de Dios, es la consecuencia de nuestra deuda, pero ni aún así quedaría saldada, el sacrificio de Cristo es lo único que satisface la deuda. Sólo el calvario alcanza el nivel demandado por Dios.
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